viernes, 22 de marzo de 2019

MENS SANA

Repasando un texto de ese espíritu singular que fue Gerolamo Cardano (1501-1576), captó mi atención este pasaje:

"..querernos a nosotros mismos es querer a Dios, si es que amamos nuestra mente, y quien ama a Dios a sí mismo necesariamente se ama, es decir, a la luz, que es afín a nosotros, como a nosotros mismos, en tanto que está unida a nosotros por un vínculo indisoluble y por un tiempo eterno, procediendo de la misma fuente de esplendor y bondad que nosotros, y, en verdad, esto es amar al prójimo como a sí mismo.."

Lejos que cualquier egolatría y en nada análogo al estéril individualismo que hoy azota a un mundo agonizante, que deambula ciego tras una pléyade de falsos dioses. Con suma simplicidad, Cardano exhortaba y revelaba -casi en el final de su libro De immortalitate animorum, XV, 27 (ed. Lyon, 1545, p. 308)- el modus operandi para adentrarse en el camino hacia lo que el psicoanálisis propondrá, a partir de Jung, como sentido intrínseco tras los avatares cotidianos de la existencia humana: la individuación. Meta cuyo acceso empazamos a vislumbrar mediante la integración de la personalidad ó mens sana (mente saludable), según la célebre expresión tomada de lo dicho por el poeta romano Juvenal (s. II d. C.) en sus Satirae (X, 356):

"..Se debe orar que se nos conceda una mente sana en un cuerpo sano.."
(..orandum est ut sit mens sana in corpore sano..)

En verdad, cabe agregar, a pocos toca con justicia esa frase bíblica (Lucas 4, 24) escrita entorno a su retrato, según muestra este antiguo grabado:


NEMO PROPHETA ACCEPTUS IN PATRIA 
(Ningún profeta es aceptado en su patria)

Una sentencia que, a modo de elogio (sentido a veces con cierta fatalidad), honraría la azarosa vida del célebre sabio italiano.


No hay comentarios:

Publicar un comentario