martes, 19 de marzo de 2019

La Esfinge y Edipo: un único misterio

Esta breve reflexión surgió a partir de un comentario de Joaquín Huertas publicado (junto a la ilustración bajo estas líneas) en el grupo Fórum de Simbología. 

Nunca deja de sorprender el espíritu ecléctico y sincrético plasmado en no pocos de los antiguos emblemas. Así sucede con el siguiente, tomado de la obra Mikrokosmos: Parvus mundus, atribuida a Laurens van Haecht Goidtsenhoven, cuya edito princeps data de 1579.




Interesante sería conocer el móvil que guió al artista para representar aquí a la terrible Esfinge con un aspecto que recuerda a Cécrope (gr.: Κέκρωψ, ‘rostro con cola’), el mítico primer rey de Atenas. Un ser híbrido vinculado por su aspecto con los antiquísimos nāga de la India.


Sea como fuere, en el grabado podría aludirse al numen o espíritu sabio que, a la sombra del árbol (cuadro con típicos elementos mistéricos), adoctrina a un Edipo cavilante que parece realizar operaciones aritméticas con los dedos de sus manos.



Por la tradición sabemos que el acertijo versa sobre el misterio augusto por excelencia: el hombre. Según la versión conservada por el gramático Aristófanes de Bizancio (s. III a. C.) el enigma rezaba:

"..Existe sobre la tierra un ser bípedo y cuadrúpedo, que tiene sólo una voz, y es también trípode. Es el único que cambia su aspecto de cuantos seres se mueven por tierra, aire o mar. Pero, cuando anda apoyado en más pies, entonces la movilidad de sus miembros es mucho más débil.."

Tal misterio no solo se patenta en el ciclo temporal asignado a las edades del hombre. También se extiende a (y origina en) esa Totalidad invisible, revindicada  y asignada por el psicoanálisis al obscuro inconsciente (personal y colectivo). Esta idea fue expresada desde la más remota antigüedad (en diversas épocas y latitudes) por el Cuaternario (4). Motivo arquetípico descrito (de manera similar a la variante de Aristófanes) en el llamado "axioma de María", un antiguo dictum atribuído a la célebre alquimista:

"..El uno se convierte en dos, el dos en tres y del tres surge el uno como cuatro; así de dos se llega al uno único.."

A mi juicio, sin intención o no, el emblema propone la unificación, la integración de la personalidad. La Esfinge, tradicionalmente representada por una fémina de naturaleza híbrida y bestial, ha sufrido una substancial metamorfosis. El artista le transformó en un ser que, pese a su naturaleza anguipeda, se conduce con ademanes de varón sabio ante el reflexivo Edipo. Psicológicamente estamos ante una concientización de lo inconsciente cuya meta es la individuación.

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