miércoles, 3 de septiembre de 2014

LA PESCA DE LAS SIRENAS

Desde mi acercamiento al discurso pictórico de Wojtek Kowalczyk, a quien considero uno de los más brillantes artistas cuya obra serigráfica cobija el espacio de Aedea Cultura (insigne monumento mnemotécnico —de alma sinfónica— al inmemorial Museo, erigido por la Dra. Candela Vizcaíno). He apreciado en sus trabajos una arraigada presencia de motivos, figuras y escenas completas asociadas al mar, ese misterioso y maravilloso cosmos subacuático.

Tomemos como ejemplo al presente una obra que llamó poderosamente mi atención. Colocados frente a ella se percibe que estamos, casi como de costumbre, en un exótico y singular escenario marino cuyo espíritu altamente surrealista no gusta ocultarse. En mi opinión, una bella y artística representación simbólica de lo inconsciente y sus contenidos. Tomando como guía, grosso modo, las pautas bosquejadas por el psicoanálisis (Jung), iniciemos brevemente una lectio sobre esta pieza en cuestión. 





De un lecho compuesto por guijarros de contornos esféricos (símbolos del Sí-mismo [individualidad] como lapis philosophorum) emergen gradualmente sensuales y voluptuosos bustos de joviales féminas marinas. Considero se representan sin cabeza para decirnos que estamos en una esfera donde el intelecto no prima, sino el instinto natural y la espontánea emoción. Estos son los móviles de lo inconsciente, cuyo modus operandi queda expresado por la pose de las manos. Mientras una, sea la izquierda o la derecha (que se alternan para expresar la polaridad dinámica del inconsciente), se yergue para alcanzar el “cielo” (consciencia), la otra se apoya con firmeza en la “tierra” (inconsciente). Siempre en ademán hierático, a la par que espontáneo y relajado, que no solo recuerda la figura humanizada de la letra hebrea alef (otro símbolo del Sí-mismo). Sino también la tradicional divisa alquímica SOLVE ET COAGULA (Disuelve y Coagula). Expresión para referirse a la síntesis e integración como metas del opus magnum, y que, psicológicamente, apunta hacia una concientización de lo inconsciente. 


Todo ello, cabe señalar, se encuentra contenido en el simbolismo de Le Bateleur (El Mago), primero de los Arcanos Mayores del Tarot. Una egregia figura que, como bien ha dicho Jung, representa el arquetipo del Senex (Viejo sabio) cuyo opuesto enantiodrómico es el puer aeternus (niño eterno). Esto responde a la fenomenología paradójica del Sí-mismo como substrato y núcleo del inconsciente; a la par que es contenido arquetípico del mismo. Por ello en ocasiones se presenta esta hecho como un simbólico incesto, ya sea entre la “madre” y el “hijo” o la “hermana” y el “hermano”, según sea el nivel del diálogo entre la consciencia y el inconsciente. En cierto modo el motivo ancestral del incesto queda expresado por el artista al insinuar la solidaridad y el íntimo vínculo entre los “peces” y sus captoras; que podrían tomarse, sin temor a equivocarnos, por ágiles sirenas. Cuyo único afán parece ser el de atrapar a estos vertebrados que nadan en una dimensión etérea de constitución replicada y amplificada casi hasta el infinito. 


Henos aquí ante la dinámica del inconsciente, verdadero mare magnum poblado por los “peces” (contenidos). Cuya posibilidad de ser atrapados (es decir, pescados y como tal manifestado a la consciencia, al ser extraídos de su medio natural inconsciente) por la fuerzas de la emoción (sirenas) no es del todo improbable. Pudiendo esto, no obstante, llegar a ser catastrófico, cuando no sabemos dialogar y maniobrar adecuadamente con nuestras emociones (¡una labor de héroes!). 


De ahí que, tomando la mitología como referente, podemos compararle al tránsito entre las rocas Simplégades; o a la travesía por el peligroso estrecho entre Escila y Caribdis (esas monstruosas ninfas marinas), según nos muestra la historia del intrépido Odiseo.